EL REGRESO DEL SEÑOR

Las señales precursoras del segundo advenimiento del Señor Jesucristo, están repicando cual campanas de bronce en los oídos y en las conciencias de los hombres, a fin de que despierten a tiempo y huyan del peligro inminente.

Basta lanzar una mirada al mundo para comprender que algo terrible y sin precedente en la historia se avecina.

Si el monte de los Olivos rompiera su mutismo natural, y con lenguaje tan potente que pudiera abarcar el mundo entero, diría a la humanidad que lo que está sucediendo en esta presente generación es el preludio del regreso del Salvador a la tierra.

¡Pugnas bélicas en las naciones! ¡Exceso de prostitución! ¡Delincuencia juvenil cual nunca se ha registrado! ¡Invención de proyectiles, satélites y bombas para su propia destrucción! ¡Inmoralidad sin fronteras! ¡Odio! ¡Egoísmo! ¡Enfermedades desconocidas! ¡Apostasía! ¡Venganza! ¡Madres sin escrúpulos asesinando a sus hijos, privándoles así del sagrado derecho de nacer! ¿No tiene todo esto ya sabor de juicio final? ¿No es esto lo que profetizó el Hijo de Dios sentado en el monte de las Olivas? Entonces, ¿qué esperamos para practicar los elevados principios del Evangelio, con amor y urgencia a la vez?

¿Renunciarás al pecado hoy? ¿Buscarás a Cristo como tu abogado defensor? ¿Dedicarás tu vida a su servicio? ¿Vivirás cristianamente como Dios manda? ¿Vivirás una vida de paz y de amor? ¿Te desprenderás del materialismo para buscar la comunión con Dios?

¡Oh! Si así lo haces, llegará el fausto día cuando, al igual que todos los salvados, serás transformado a la semejanza angelical y ascenderás al paraíso.

¿Cantarás el inmortal himno de los redimidos,

el día del regreso del Señor?