19
SEPTIEMBRE
Matutina
Salmo 42:2
Meridiana
Salmo 75
Vespertina
Salmo 63:1
EL ANHELO DE UN ALMA
Dios mío, al contemplar las obras que se hacen debajo del sol, veo cómo los hombres que no te conocen se agitan con afán, sueñan, aspiran y batallan anhelando fortunas, grandezas, comodidades, placer, renombre, fama.
Este anhela viajar por el mundo y contemplar los prodigios de la naturaleza y sabiduría de los hombres. Aquel sueña con islas de encantos, donde la exótica belleza hace exquisitos brindis a la vista del viajero.
El otro corre desesperadamente en busca del tentador metal amarillo: y aquellos hombres en la espesura de la montaña batallan como fieras para quitarse el pan de la boca…
Y yo me pregunto: ¿será que no tienen alma, o en lugar de corazón hay mármol? ¡Oh Dios del Universo resucita las almas y las conciencias para que sientan necesidad de lo inmaterial, eterno y sublime! Y mientras ellos pretenden ignorarte y eres cual forastero en sus vidas, Padre nuestro, yo no soy bueno, pero anhelo serlo. Mi alma anhela con urgencia tu solemne compañía.
Si tú, en tu bondad, (cual lo hiciste con Pedro, Jacobo y Juan) me llevarás de la mano (porque solo no puedo) al monte alto de la santidad… ¡Oh alma mía, qué bienaventuranza para mí! Allí no existen rencores, allí gobierna la paz, allá en lo alto no hay soberbia, allá impera la humildad. El pecado queda abajo, en la blanca cima hay santidad.
Allá Señor, donde hay quietud, pureza y amor, donde se oye la voz serena de tu Espíritu, allá quiere estar mi alma.
-Luis Cruz Lara
Por el camino que subieron los grandes de alma, quiero subir.
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