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SEPTIEMBRE

Matutina

Mateo 11:11

Meridiana

Salmo 75

Vespertina

Mateo 11:8-10

TITANES EN LO INFINITO

No hizo muchos milagros; no contó con muchos seguidores; con la sencillez de los profetas se vestía y murió decapitado defendiendo la verdad.

Cuando pensamos en Juan el Bautista, no podemos pensar en el hombre que conmovió los astros, ni en el que hizo temblar la tierra, ni en el que subyugó los pueblos con su osadía y pujanza. Juan era de esos hombres que pasan inadvertidos por la tierra; de esos que no les interesa el aplauso y la fantasía, cuya alma de gigante se remontó a lo infinito.

Cuando hablamos de grandeza, nuestra mente terrena nos incita a pensar en las grandes hazañas que salen en alto relieve en las páginas de la historia. Apenas pensamos en esos hombres humildes cuyas almas excelsas escalaron las alturas, y errados buscamos grandezas por sendas extraviadas. ¿No nos enseña la sabia naturaleza que los tesoros más valiosos se encuentran en las profundidades de la tierra y el mar? En los terrenos bajos crecen lozanas las plantas y las flores más fragantes y bellas.

Seremos grandes cuando tengamos a Dios en el alma cual David. Seremos grandes cuando lloremos ante la tragedia de los desgraciados cual Jesús. Seremos grandes cuando oigamos la voz del Espíritu Santo, cual Pedro, y vayamos en rescate de las almas.

Alma de gigante tienen aquellos que son compañeros de los ángeles cuya vestidura no tiene contacto con el fango.

Titanes en lo infinito, son esos hombres de acero que, ante el ultraje, la infamia y la incomprensión humana, sonríen y perdonan cual su Maestro crucificado.

Esos son a los cuales Cristo llamó “grandes en el reino de los cielos”.

-Luis Cruz Lara

La grandeza no se enseña ni se adquiere, es la expresión del  espíritu de un hombre hecho por Dios. –John Ruskin