15 – ENERO
Matutina: Salmo
8
Meridiana: Salmo 3
Vespertina: Judas 1:25
CUANDO MENCIONO TU NOMBRE
En los tiempos de Jesús, los escribas tenían la honrosa tarea de escribir la ley de Dios, lo que requería un gran cuidado y dedicación. Una palabra por sobre todas les inspiraba tal reverencia que algunos usaban para ello una pluma especial, otros lavaban su cuerpo para hallarse dignos de plasmar el inigualable nombre de Jehová.
En el Salmo 50:16 escuchamos a Dios altercando con el impío que usa en vano su sagrado nombre: “Pero al malo dijo Dios:
¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, y que tomar mi pacto en tu boca?” El nombre de Dios para los incrédulos es simplemente un dicho popular, para algunos no pasa del conocido título de un ser impersonal y místico. Para nosotros, sus hijos, este bendito nombre es portador de fuerza, aliento y confianza para nuestras vidas. Hay situaciones muy difíciles de controlar, momentos en que no entendemos qué acontece, hay dolores que no se anestesian y pérdidas que desgarran; sobre todo esto, se alza nuestro clamor, y al pronunciar el nombre de Jehová, indescriptiblemente, nuestra alma halla reposo. Como David, muchos podemos testificar: “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias”.
-Diana R. Díaz
En Ti se regocijen los que aman tu nombre
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